RECCOPOLIS, UNA GRAN FUNDACIÓN URBANA DE ÉPOCA VISIGODA

Área de viviendas

En el año 578, y tras un largo periodo de expansión militar que permitió la definitiva consolidación de la monarquía visigoda, el rey Leovigildo fundó una amplia ciudad en el centro de la Península. La nueva urbe contó con importantes obras públicas, y una gran muralla, así como con suburbios alrededor de ella. La denominó Reccopolis, en honor de su hijo Recaredo, que se convertiría en rey en el 586.

La investigación arqueológica que se viene realizando desde 1944 en el yacimiento ha descubierto algo menos del 10% de una ciudad de, al menos, 24 hectáreas. También ha permitido identificar profundos cambios en el entorno de la fundación regia, entre los que destacan el desarrollo de infraestructuras: acueducto, caminos, así como áreas productivas de carácter agrícola y también canteras y molinos.
Aunque la ciudad prolongó su existencia hasta mediados del siglo IX, el asentamiento pasó por distintas fases. Durante la época visigoda se produjo la articulación urbana y también el crecimiento de actividades artesanales vinculadas al poder real. La arqueología ha podido observar una primera gran fase constructiva, que implicó el diseño y levantamiento del conjunto palatino que continuó edificándose hasta comienzos del siglo VII. También en esta primera fase se construyó la imponente muralla de 2 kms. de recorrido, aunque es posible que existieran reformas posteriores, entre las que se encontraría la construcción o levantamiento de la puerta meridional en torno al año 630. El conjunto de construcciones que las excavaciones han descubierto supone un elemento material que atestigua la consolidación del estado visigodo.

La ciudad siguió expandiéndose y complejizando su trama urbana con nuevas viviendas, modificaciones de las zonas productivas y articulación de nuevos espacios hasta bien entrado el siglo VIII. Con la conformación de al-Andalus a partir de 711 se inicia a lo largo de todo un siglo un proceso de cambio social que afectó al diseño urbano de la ciudad. Se produce en este momento un aumento de los espacios domésticos próximos a las áreas artesanales y un proceso de reorganización de la trama, con cambios en las vías secundarias que son obliteradas o reducidas. En cualquier caso, uno de los elementos más significativos es la continuidad de Reccopolis como un núcleo urbano.

Durante el periodo final del siglo VIII e inicios el IX se observa el abandono de amplias áreas del yacimiento, y una significativa reducción del hábitat, que se concentra a partir de ese momento en el espacio inmediato al conjunto palatino. Se documenta también un cambio de uso de amplias áreas que, tras ser amortizadas, son cubiertas por grandes rellenos de arcilla y homogeneizadas, lo que sugiere una acción deliberada y la transformación de estas zonas en espacios agrarios. El proceso descrito se intensificó a partir de la segunda década del siglo IX, coincidiendo posiblemente con un episodio traumático: el incendio del edificio meridional del complejo palatino, que implicó además su desplome. Sobre él, aprovechando sus restos, se levantó una cerca que cerraba el resto del conjunto palatino, que se fue reduciendo, empleándose únicamente el sector septentrional a modo de fortificación.

Este abandono de la ciudad, y la marcada “ruralización” y transformación que vive Reccopolis en el siglo IX se engloba dentro del proceso de surgimiento de nuevos núcleos de poder durante la primera fase emiral, en el que hay que incluir la fundación de Zorita, de la que ya contamos con noticias para principios de la centuria señalada. La nueva medina debió expandirse convirtiéndose en el siglo X en la capital de una kura. El propio al-Razi (gran historiador andalusí del periodo califal), destaca la importancia de la fortaleza, y cómo esta era fuerte porque estaba construida con piedras de Raqqubal (Reccopolis), que durante la segunda mitad del siglo IX e inicios del siglo X, se debió convertir en una enorme cantera. 

Detalle cancel basílica
Detalle del cancel de la Basílica
Ábside de la Basílica

La historia de Reccopolis no termina ahí. La antigua ciudad visigoda debió contar con una pequeña ocupación durante el siglo XI, de la que conocemos algunos especímenes monetarios. 

A partir de 1085, y tras anexionarse Castilla el reino taifa de Toledo, en el espacio en torno a la antigua basílica de época visigoda, se produjo la consolidación de una aldea, que llegó a extenderse por una superficie de dos hectáreas a principios del siglo XIV. Durante este periodo la iglesia fue reformada y reconstruida, hasta convertirse en una ermita que reutilizó la cabecera y el ábside de la antigua iglesia visigoda. En torno a ella, las excavaciones han permitido identificar una extensa necrópolis, con una prolongada duración, lo que confirma la utilización de la ermita de la Oliva (la denominación del nuevo templo) como un lugar de culto durante un periodo extenso. Los primeros enterramientos se produjeron a principios del siglo XII, pero continuaron en diversas fases hasta principios del siglo XVII. Todavía Las Relaciones Topográficas de Felipe II describían en 1576 la existencia de romerías y actividades religiosas en torno a la ermita, destacando la procesión “en honor del rey Pepino”. Aún era visible la imponente muralla que se observaba al borde del Tajo. 

A pesar del mantenimiento de la memoria local en torno a Reccopolis, su existencia quedó en el olvido a partir del siglo XVII. Tuvo que ser el cronista de Guadalajara y director del Museo Arqueológico Nacional, Juan Catalina García, el que volviera a recuperar de las tinieblas de la historia la localización de Reccopolis a finales del siglo XIX, poniendo las bases documentales que originaron las primeras excavaciones arqueológicas en 1944.

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